¿Es posible un mundo de voluntarios?

Un estudio afirma que la actividad altruista pierde fuerza en Argentina. ¿A qué responde esta falta de involucramiento ante los problemas sociales? La mirada de quienes intentan sumar a pesar de la adversidad y transformar la realidad que los rodea.

 

No siempre es necesario vanagloriarse con acciones merecedoras de tapas de revista. La ayuda en el día a día también cuenta y suma más de lo que se piensa. “El cambio en el mundo pasa por el movimiento de cada persona” dice

Mariela Fumarola, fundadora de la ONG Caminos Solidarios. “Yo decido ser una ciudadana activa y defender las cosas que creo y pienso. No me quedo callada y critico, sino que desde el movimiento me quedo en paz, que estoy haciendo un cambio en este mundo. No me siento cómoda desde la critica inactiva”, confiesa Fumarola.

Desde Caminos Solidarios, alrededor de 100 voluntarios se dedican a realizar recorridas nocturnas, en donde llevan comidas, abrigos, frazadas a personas en situación de calle. Recorren gran parte de los barrios de la Capital Federal y esperan ampliarse hacia Quilmes y Lomas de Zamora para fines de este año.

Su actitud y la de este centenar de voluntarios, sin embargo, no refleja los resultados del estudio de la consultora TNS-Argentina, en donde afirman que sólo el 13% de la población participó de acciones solidarias en 2013. Un año difícil, en el que las inundaciones de La Plata conmovieron y movilizaron al país entero.

Pero ¿qué mueve a unos y a otros? ¿Por qué la ciudadanía responde activamente ante ciertos escenarios y en otros, se queda de brazos cruzados?

¿Qué significa ser un ciudadano activo y por qué el panorama cambia sólo en momentos de crisis?

La encuesta señalada, que mide la participación de la población en el voluntariado desde 1997, reflejó la cifra más baja en 16 años. En 2014, el 13% de la población realizó algún tipo de trabajo voluntario y en 2013 dos de cada diez hicieron alguna donación de dinero a entidades sin fines de lucro.

De acuerdo a su significado más estricto, es el conjunto de personas que se unen desinteresadamente a un grupo para trabajar con fines benéficos o altruistas. Es una acción que no espera recompensa o retribución. Es, además, un medio para dar respuesta a determinados problemas sociales y supone de un compromiso solidario.

Matías Kelly, Director de Ashoka Argentina, hace foco en la empatía: esa capacidad de ponerse en el lugar del otro, sentir lo que siente el otro, en el que se involucra la conciencia, la compasión y el entendimiento.

 

Desde Ashoka, la organización global sin fines de lucro, donde alientan a que los ciudadanos que sean actores de cambios (lo que ellos denominan Changemakers), y con presencia en 71 países apoyando a 3.000 emprendedores, Kelly sostiene que no se buscan que las personas sean héroes, sino que su idea tiene que ver con una concepción del mundo en que los ciudadanos se permitan tomar iniciativas.

Justamente en el hecho de emprender acciones, el estudio mencionado expone que entre los que donan su tiempo, cuatro de cada 10 de ellos afirman que lo hacen una vez por semana y también otros cuatro de cada 10, que lo hacen ocasionalmente, al menos una vez por mes.

“Lo que necesitamos son líderes de cambio y no héroes. Para mi como concepto general el héroe es el fracaso de la estrategia, nos lleva a decir que alguien lo va a resolver, cuando en realidad todos somos parte de la solución”, confiesa Kelly.

El trabajo en conjunto. Uno de los aspectos más relevantes a la hora de evaluar si los habitantes de determinada sociedad son solidarios y activos, reside en la capacidad de entender que el individualismo, como forma de actuar, no es el camino correcto. Ya sea si se intenta sobresalir del resto o si se niega la existencia del otro, aquel que necesita ayuda no es una amenaza, sino que posee los mismos derechos. La fraternidad, igualdad y el trabajo en equipo podrá marcar la diferencia. “Creo que las organizaciones sociales, políticas, y privadas, y las empresas tenemos la responsabilidad de trabajar en conjunto.

Ya paso la época donde las ONG pensaban que las empresas querían destrozar el mundo. La verdad es que el mundo lo vamos a terminar arreglando entre todos”, insiste Kelly.

Nuestra condición de mamíferos es que vivimos en manada, sostiene, y esto es tomar conciencia sobre lo que le pasa al otro. En Ashoka, explica el director de la organización en Argentina, el 80% tuvo una experiencia transformadora antes de los 18: “Esto es clave en el desenvolvimiento de tu vida. tomar iniciativa. no quedarse inactivo. Es muy importante poder conectarte desde la empatía, entender el trabajo en equipo y que es imposible trabajar solo”.

Fumarola, desde Caminos Solidarios, coincide en que “sería increíble si cada uno decidiera actuar. Todo pasa por esas pequeñas cosas, dice. “Cuando de verdad ves lo que sucede a tu alrededor, es imposible quedarse quieto”

Pero ¿qué motiva a personas como ella a salir a la calle y moverse por el otro? “Yo personalmente creo que la educación tiene mucho que ver. Soy hija de militantes políticos, con una mirada muy fuerte”, explica Fumarola Red Solidaria, la organización de Juan Carr, fue una gran ayuda para Caminos Solidarios, tanto en la difusión como en el espíritu. “El movimiento de recorrer las calles en invierno comenzó de la mano de ellos. Yo seguí haciéndolo durante todo el año, con su apoyo y confianza. Las redes sociales son una gran contribución”, confiesa. En este caso, fue el ejemplo lo que la inspiró y motivó.

 

Internet como aliado

Incluitter es una red de voluntarios que utiliza las redes sociales para exponer el estado de la solidaridad en el país. Buscan ser un canal de interacción entre instituciones y voluntarios, a través del uso de las tecnologías. Desde allí, crearon un “mapa solidario”, donde se establecen puntos de conexiones por proximidad entre los diferentes interesados.

Agustín Angelini, co-fundador de Incluitter, cree que la solidaridad es contagiosa y que demuestra al mundo que se puede hacer algo por el otro. “No funciona como un comercio, no necesariamente tiene que haber intercambio”, dice. “Mi logro es hacer que unas cuantas personas se contagien de esto. Intentamos establecer puentes y hacer visible el voluntariado a través de las redes sociales, difundiendo las actividades. A diferencia de la televisión, en Internet el mensaje se construye desde todas las partes, con un uso de la tecnología en términos positivos. La sinergia es otra”, manifiesta uno de los fundadores de la red.

El proyecto nació en una materia Tecnologías de la Comunicación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Ante la consigna de viralizar un contenido solidario, junto con otros compañeros, Angelini decidió ir más allá. “Somos inquietos en términos de solidaridad. El proyecto se convirtió en ir a buscar en las redes sociales la información, pero notamos que hacía falta ordenarla un poco”, revela. Dentro de este marco, surgió la red, donde vieron la posibilidad de crear un mapa con el objetivo de reunir la solidaridad en un solo lugar, para que se cuente qué se está haciendo y se comuniquen entre ellos por proximidad.

Con el buen uso de las redes sociales y la comunicación 2.0, las ONG encuentran recursos para reclutar voluntarios y difundir necesidades, opina Angelini, pero sobre todo remarca con ímpetu: “Te abre la cabeza. Es involucrarse y yo trato de ser un inspirador. Creo que está bueno contagiar”.

“Hoy es el mapa solidario, y mañana una fábrica de charlas relacionadas al tema. Nuestro próximo objetivo es convertirnos en una Asociación Civil”, dice el fundador de Incluitter.

 

¿Se contagia o se nace? Guillermo Pietra, psicoanalista y Docente en la Universidad Nacional de Buenos Aires, asevera que los seres humanos tenemos algo en común, que es que todos estamos embarcados en el mismo padecimiento de sabernos mortales. “Entonces lo que pasa es que con esa característica del ser el único animal que se sabe mortal, tiene distintos modos de responder a eso”, reflexiona.

 

“Hay quienes responden a estas situaciones creyéndose inmortales, que son personalidades muy particulares, o quienes se ponen completamente del lado del otro. Esa persona que se ocupa cuando es el otro el que padece y trabajan para que esa dimensión de la limitación, que la muerte, no aparezca”, sostiene.

Del otro lado están los que aceptan la propia limitación, del no poder, e intentan colaborar en algo para que los que no pueden como él, accedan a lo mismo que accede él mismo. Es lo mas cercano a la solidaridad, opina Pietra. “El solidario sabio es el que sabe de su propia miseria y hace algo para evitar la del otro”.

Según su mirada, la formación de cada persona influye en este tipo de comportamientos, ya que esos valores condicionan. “Hay familias donde se tapa todo y otras que no. La limitación es parte de lo que se trata todos los días en algún lado”, dice.

En tanto, diferencia de quienes participan en cenas solidarias que se llevan a cabo de manera anual, de quienes tienen otra postura que no tiene que ver con la mirada social, sino con otros valores. “Una postura solidaria está relacionada con la formación cultural y con la familia”, asevera. El contagio de esa postura, indica, depende del entorno cultural que cada persona tenga, pero se ofrece como figura de identificación.

Muhammed Yunus, el economista creador del llamado “banco de los pobres” y ganador del Premio Nobel de la Paz en el 2006, dice que los niños del futuro verán la pobreza en los museos. ¿Es posible que su ideal, de un mundo sin pobres, en donde el ciudadano solidario se involucre y como él, desafíe al sistema, deje de ser una utopía?. Parte de su discurso de aceptación del titulo de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Valencia, España, responde a esta inquietud: “Somos nosotros los navegante y los pilotos de este planeta. Si nos tomamos en serio nuestros papeles, podemos alcanzar sin ninguna duda los destinos que previamente nos habíamos fijado. Podemos crear un mundo sin pobreza”.