La RS en las empresas familiares: ¿innato o forzado?

El camino hacia ser una empresa socialmente responsable puede comenzar de distintas maneras. ¿Aquellas que son de origen familiar, lo llevan inmerso en su ADN? ¿Cuál es el grado de compromiso que siente el empresario argentino como representante de un negocio familiar? ¿Está profesionalizada la RSE en este tipo de empresas?

Las fortalezas y debilidades de las empresas familiares difieren de aquellas conformadas por socios o grupos de inversión. Desde los valores éticos, hasta el patrimonio que esté en juego o el tipo de cultura que lleve impreso, este tipo de compañía pisa fuerte a nivel global: se estiman que aportan el 50% del PIB de los países. Sin contar a las millones de Pymes alrededor del mundo, entre las más grandes se encuentran El corte inglés, Inditex, Banco Santander, Walmart, Ford, Volkswagen. Entre las argentinas más famosas, se encuentran:  Arcor, Molinos Río de la Plata,  Tenaris, Rigolleau, Grimoldi, Yerba Mate Amanda, Cerámicas, Alberdi,  Ledesma, entre otras.

 

Según un estudio de PwC, el 78% de las empresas familiares creen que poseen valores más arraigados que otro tipo de compañía y que su compromiso tanto con los empleados como con la sociedad, es más fuerte. Y es una característica común entre pequeñas y grandes, pero a la hora de profesionalizar, o de llevar la RSE a un nivel mayor, comienzan las diferencias.

 

Las familias empresarias requieren el paso del tiempo para incorporar las nociones de la RSE dentro de un marco legal: muchas veces se manifiesta a través de una fundación, que les permite dirigir sus recursos y en donde se incorporan a las diferentes generaciones, si bien todo esto depende de la magnitud del negocio.

 

“Más allá de estrategia o apoyo a la marca, el sentimiento de responsabilidad social, si bien puede estar aplicado de manera no estructurado, está arraigado en su cultura”, remarca Eduardo Favier Dubois, abogado y Presidente del “Instituto Argentino De La Empresa Familiar” (I.A.D.E.F.).

 

El especialista afirma que la empresa familiar por sí misma tiene una mejor relación con el medio que la rodea. “Es mas amable con el personal, hay mas vínculos, no despiden personal en las crisis” y cita como ejemplo la crisis española, donde se comprobó que las compañías formadas por familias, resisten más la coyuntura y no despiden personal por cuestiones de rentabilidad. “Son empresas que utilizan mucha mano de obra y se vinculan mas a servicios. El trato con el personal y los valores son más familiares, de respeto, de cuidado, que se trasladan a la empresa y ese orgullo, también se contagia al empleado”, relata.

 

En el interior del país, dice Favier Dubois, el grado de compromiso y la responsabilidad es aun mayor y generalmente va destinado a casos deportivos y se vinculan a valores familiares. “Las empresas familiares, cuando llegan a cierto paso, empiezan a ser rentables, hacen actividades vinculadas a beneficencia, que no es RSE, pero si comienzan de demostrar una preocupación social, por un cambio y mejoramiento en la sociedad. A veces los roles de los hijos se van para el lado de la fundación y otros a la empresa”, explica.

 

“La debilidad es que se quieren autogestionar en todo y dudan mucho a la hora de profesionalizarse, ya que con la estructura no se alcanza a cubrir todo. Se tiene que tomar conciencia la familia empresaria que es otro tipo de familia. Los hijos siguen trabajando con el padre y entonces no se independizan emocionalmente como otros casos”, explica el presidente del I.A.D.E.F.

 

Gabriel Ascón, cofundó SG Soluciones junto su padre hace más de 20 años. La empresa, orientada en los últimos años a la digitalización y en la despapelización de archivos, es en sí misma una empresa familiar y cuenta entre su cartera de clientes un gran porcentaje de negocios de estas características, y asegura que cada vez más las empresas se inclinan a planes de trabajo sustentables.

 

Desde su lado, realizan un tratamiento de residuos para desechar de manera responsable los toners y otros insumos, que poseen una alta toxicidad, y son apartados según las normas de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.

 

Y no es un dato menor: Argentina está dentro de los 10 países que más bosques destruyen, y el consumo del papel está muy ligado a esto. Relacionado a esto, los números globales también asustan: un 90% de los documentos impresos se eliminan en la primera semana, el 67% de todas las organizaciones no saben cuánto imprimen, el 34% de los documentos son de uso temporal de sólo un día y 20% de las impresiones se tiran sin ser leídas, según datos de SG.

 

Su experiencia como fundador de este tipo de empresas, lo lleva a afirmar que el camino hacia la sustentabilidad no es inmediato, pero la preocupación llega en algún momento. “La verdad es que es un tema aun por descubrir por la mayoría de las empresas familiares, sobre todo desde el enfoque que le damos a la impresión. Tratamos de participar en la mayoría de los eventos de sustentabilidad y podemos decir que somos pioneros en esto”, afirma Ascón.

 

El gran desafío, como coinciden los especialistas, es que la manifestación de la RSE en este tipo de empresas, deje de ser del estilo filantrópico, para que comiencen a estructurarse dentro de un marco legal y formal, con el fin de  dirigir sus recursos hacía unos objetivos conformados. Como remarca el abogado especialista Favier Dubois, muchas de ellas optan por la creación de una fundación, en la que participa la familia entera a través de distintos cargos dentro de ella.

 

Sin embargo, para Santiago Antognolli, Consultor internacional de Negocios de Familias, reconocido por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID-FOMIN),  el empresario argentino no tiene incorporado de manera innata la visión de responsabilidad social. “En general, el empresario de este tipo de empresa es un emprendedor que le costó mucho llegar donde está y en realidad lo que busca es siempre el reconocimiento personal, y eso es lo que los mueve y lo que trae a veces aparejado el conflicto en la familia”, afirma.

 

Para el experto, la RSE es un tema que está bastante incorporado en las generaciones jóvenes en estas empresas, por ende se da cuando se empiezan a incorporar los hijos y son quienes proponen el tema dentro del plan de estrategias y en las reuniones.

 

“La generación de los 30 y 35 años son quienes están dispuestos a hacer sacrificios económicos para cuestiones de RSE. Los padres quizás estén menos dispuestos al sacrificio económico o de rentabilidad y estoy convencido de que la RSE a largo plazo genera una rentabilidad mucho mayor del costo que se hace”, sostiene Antognolli.

 

Respecto al manejo frente a las crisis económicas, el especialista coincide con estas empresas priorizan y cuidan sus recursos humanos: “Con esta recesión de consumo entre las empresas, en ninguna se despidió gente. Se reguló esfuerzo para mantener la empresa en punto de equilibrio pero en ninguna se buscó reducción de personal”, explica.

 

En estos casos, no existe el gerente que tenga que rendir cuentas, sino que las rinden entre ellas, explica y son conscientes que despedir gente es agravar la situación y actuar en contra de uno mismo.

 

Y esta situación se replica en el interior del país, porque “los emprendedores son parecidos en todos lados”, asevera, aunque remarca con insistencia “no hay dos familias iguales”.

Algunos datos más

Según datos de la Asociación por el Desarrollo de la Empresa Familiar de Madrid, en Europa hay un total de 17 millones de empresas familiares y un total del 60% de las compañías que existen, son de este tipo. En Estados Unidos, el 80% del total de empresas son familiares y el 50% de empleo es generado por ellas.

 

Según el Club Argentino de Negocios de Familia (CANF), las empresas familiares movilizan el 70% del empleo privado y generan el 68% del PBI y de acuerdo a la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las PYMES familiares en la Argentina alcanzan al 90% del total.  Por último, según un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de la mayoría de las firmas que existen en la Argentina de carácter familiar, solo el 30% sobrevive al traspaso de la primera a la segunda generación. Según PwC, este numero se traslada al 12% cuando se habla del traspaso a la tercera generación, y  el 1%  alcanza la quinta generación.